El cannabis, a menudo envuelto en mitos y leyendas, ha ocupado durante mucho tiempo un curioso lugar tanto en la cultura como en la ciencia. Muchos consumidores cuentan experiencias muy diferentes: para algunos, un subidón placentero; para otros, ansiedad o desorientación. A medida que el acceso legal al cannabis se amplía en muchas regiones, comprender por qué los efectos varían tanto resulta cada vez más importante. En este artículo, exploramos los factores biológicos, psicológicos y ambientales que ayudan a explicar por qué el cannabis afecta a las personas de forma tan diferente.
Diferentes perfiles químicos y dosis
En primer lugar, es esencial reconocer que el cannabis dista mucho de ser una sustancia única y uniforme. La planta contiene cientos de compuestos químicos, incluidos los principales cannabinoides como el THC (tetrahidrocannabinol) y el CBD (cannabidiol), junto con docenas de otros cannabinoides y terpenos.
Estos compuestos pueden interactuar de formas complejas. Por ejemplo, mientras que el THC es el principal agente psicoactivo, el CBD puede modular algunos de sus efectos. También son fundamentales la dosis y el modo de consumo. Fumar o vaporizar tiende a producir un efecto rápido, mientras que los comestibles tardan más en actuar pero pueden durar mucho más, y el metabolismo es diferente. Así, una persona puede fumar una pequeña cantidad y sentir poco; otra puede comer un comestible y sentir un efecto fuerte y retardado. Las diferencias en la potencia del producto también importan: los productos de cannabis modernos suelen contener niveles de THC mucho más altos que los de hace décadas.
En resumen, la composición química del cannabis, la dosis, la vía de administración y el momento de administración sientan las bases para la variación.
Biología individual: metabolismo, edad, sexo y receptores
Más allá del producto en sí, la biología del individuo desempeña un papel importante en cómo se procesa y experimenta el cannabis. Un factor clave es cómo metaboliza el cuerpo el THC y otros cannabinoides. Investigaciones recientes indican que las variantes genéticas pueden afectar a la rapidez con la que una persona descompone el THC, y quienes lo metabolizan más lentamente pueden experimentar efectos más fuertes o prolongados, incluso más negativos.
La edad también importa. Nuestros cerebros y sistemas cambian con el tiempo. Por ejemplo, la densidad y distribución de los receptores cannabinoides (especialmente el receptor CB1) varían en las distintas etapas del desarrollo. Algunos estudios sugieren que los adolescentes pueden ser más vulnerables a determinados efectos del THC que los adultos.
El sexo y las hormonas también influyen en la respuesta. Los ciclos hormonales de las mujeres y las diferencias sexuales en la sensibilidad del sistema endocannabinoide pueden hacer que las mujeres reaccionen de forma diferente al cannabis que los hombres.
Esto sugiere que dos personas que consumen el mismo producto de la misma manera pueden tener resultados muy diferentes debido a su composición biológica individual.
Activación de regiones cerebrales y variación cognitiva
Otra dimensión crítica es la forma en que el cannabis actúa en el cerebro. La investigación ha demostrado que el mismo cannabinoide, el THC, puede activar diferentes circuitos cerebrales en distintos consumidores, dando lugar a experiencias divergentes. Por ejemplo, los estudios de imagen cerebral muestran que la sensibilidad a los efectos psicosociales del THC se correlaciona con la activación de determinadas regiones cerebrales.
Un estudio (en animales) descubrió que el THC actuando en una zona del núcleo accumbens producía efectos gratificantes, mientras que actuando en una región diferente producía efectos más adversos, relacionados con la esquizofrenia. En términos humanos, esto sugiere que la variación en qué circuitos neuronales se ven más afectados puede contribuir a que una persona se sienta relajada y eufórica y otra se vuelva ansiosa o paranoica.
Además, las tareas cognitivas muestran que los adolescentes parecen menos capaces que los adultos de salir de un estado de ondas cerebrales de reposo bajo los efectos del THC, lo que implica diferencias de desarrollo en la respuesta del cerebro al cannabis.
Así pues, la sensibilidad de las regiones cerebrales y el desarrollo neuronal influyen en cómo se experimenta el cannabis, especialmente en lo que respecta a la cognición, la percepción del tiempo, la atención y el estado de ánimo.
Estado psicológico, entorno y expectativas
Aunque la biología es fundamental, la psicología y el entorno no pueden ignorarse. La mentalidad con la que se afronta una experiencia con cannabis («set»), el entorno en el que se consume («setting») y las experiencias previas del consumidor (tolerancia, expectativas) influyen en los resultados. Algunas de las primeras investigaciones sugieren que las personas con baja autoestima o gran ansiedad pueden ser más propensas a tener experiencias negativas con el cannabis, posiblemente porque la droga amplifica estados psicológicos preexistentes.
Por ejemplo, alguien que consuma cannabis en un entorno desconocido y estresante podría volverse ansioso o paranoico, mientras que alguien en un entorno cómodo y con expectativas positivas podría disfrutar más de la experiencia. En este sentido, los factores psicológicos y situacionales actúan como «moduladores» del efecto farmacológico.
Tolerancia, consumo previo e interacción con otras sustancias
Otra variable es el historial del usuario: los consumidores habituales suelen desarrollar tolerancia, lo que significa que la misma dosis produce menos efecto con el tiempo. Mientras tanto, los consumidores ingenuos o poco frecuentes pueden experimentar efectos más intensos o impredecibles. La interacción con otras sustancias, como el alcohol, los medicamentos con receta u otras drogas, también altera la forma en que se procesa y experimenta el cannabis. Además, la salud de base de la persona, incluida la salud mental, la salud física general e incluso la calidad del sueño, influirán en cómo le afecta el cannabis.
Por lo tanto, dos usuarios con diferentes historiales de uso, composición corporal o consumo conjunto pueden esperar resultados distintos incluso con productos idénticos.
Por qué algunas experiencias son negativas y cuándo el riesgo es mayor
Debido a las muchas variables que interactúan, algunas personas tendrán experiencias positivas con el cannabis y otras pueden tenerlas desagradables. Las investigaciones demuestran que es más probable que se produzcan resultados negativos específicos en determinadas circunstancias: dosis elevadas de THC, edad temprana (especialmente adolescentes), metabolismo más lento, cannabis de alta potencia, ansiedad o trastorno del estado de ánimo existente y consumo irregular en entornos no familiares.
Además, para los adolescentes y los adultos jóvenes, cuyos cerebros aún se están desarrollando, el impacto puede ser mayor: peor rendimiento en tareas cognitivas, mayor vulnerabilidad al consumo desordenado y consecuencias potencialmente a largo plazo.
Las mujeres también pueden experimentar respuestas corporales más fuertes, como un aumento de la frecuencia cardíaca y una reducción de la variabilidad de la frecuencia cardíaca, con dosis más altas de THC, señales de un aumento de la ansiedad fisiológica, aunque no informen de ansiedad subjetiva.
Todo ello lleva a la conclusión de que el cannabis no es «talla única» y que los riesgos y beneficios deben considerarse de forma personalizada.
Comprenderlo para los usuarios y la política
Desde un punto de vista práctico, ¿qué significa esto para alguien que esté considerando la posibilidad de consumir cannabis o para los responsables políticos que traten de elaborar directrices de uso seguro? He aquí algunas conclusiones:
- Empieza con dosis bajas y ve despacio. Dado que la respuesta individual es variable, empezar con dosis bajas (especialmente en el caso de los comestibles) y aumentarlas con precaución ayuda a mitigar las reacciones inesperadas o desagradables.
- Conoce tu plató y tu entorno. Estar en un entorno seguro, cómodo y con una mentalidad positiva ayuda a reducir el riesgo de ansiedad o paranoia.
- Sea consciente de su propia biología. La edad, el sexo, el estado de salud, el metabolismo y el historial de consumo son factores importantes. Por ejemplo, los consumidores más jóvenes o las personas con mucha ansiedad pueden correr un riesgo mayor.
- Reconoce que el producto importa. La cepa, la potencia, la vía de administración (humo, vaporizador, comestible) y la proporción de cannabinoides influyen en el efecto.
- La política y la educación deben reflejar la variabilidad. Los mensajes de salud pública podrían hacer hincapié en que «cada persona reacciona de forma diferente» en lugar de asumir un impacto universal. Para las poblaciones más jóvenes o los grupos vulnerables, resulta beneficiosa la orientación específica sobre el riesgo.
Conclusión
En resumen, la pregunta «¿Por qué el cannabis afecta a las personas de forma diferente?» tiene una respuesta multifactorial. Depende de la composición química del producto, de la vía y la dosis de consumo, de la biología individual del consumidor (incluidos el metabolismo, la edad, el sexo y el desarrollo cerebral), de los circuitos cerebrales implicados, del estado psicológico y el entorno del consumidor, de su historial de consumo y de muchos otros factores que interactúan. La ciencia aún se está poniendo al día; históricamente, el cannabis ha sido poco estudiado en relación con su uso generalizado.
A medida que se amplía el acceso y aumenta la potencia, se hace más urgente la necesidad de una comprensión matizada. Mientras que muchas personas disfrutan del cannabis sin problemas, otras pueden experimentar efectos adversos o muy diferentes a los de sus compañeros. La concienciación, la educación y la precaución pueden contribuir en gran medida a ayudar a las personas a sortear estas diferencias con mayor claridad y seguridad.
