La cuestión de si el cannabis, en concreto su compuesto psicoactivo tetrahidrocannabinol (THC), puede considerarse un psicodélico ha intrigado tanto a científicos como a aficionados. Estudios recientes que comparan los efectos del THC con los de psicodélicos clásicos, como el LSD y la psilocibina, revelan notables diferencias en la forma en que estas sustancias afectan al cerebro y a la conciencia. Esto es lo que dice la investigación sobre la clasificación del cannabis en el reino psicodélico.
Cómo alteran el cerebro los psicodélicos
Los psicodélicos clásicos como el LSD y la psilocibina se definen por su capacidad para aumentar significativamente la complejidad neuronal, una medida de la actividad cerebral dinámica y diversa. Estas sustancias interactúan con los receptores cerebrales de serotonina 5HT2a, responsables de regular el estado de ánimo, la cognición y la percepción. Los cambios resultantes conducen a menudo a alucinaciones vívidas, estados mentales alterados y profundos cambios perceptivos, lo que convierte a estas sustancias en poderosas herramientas para la investigación terapéutica.
En un estudio, se demostró que incluso microdosis de LSD -que producen efectos subjetivos mínimos- aumentan la complejidad neuronal, lo que indica un profundo impacto en la actividad cerebral independiente de las experiencias psicodélicas manifiestas. Estos hallazgos ponen de relieve las formas únicas en que los psicodélicos alteran la conciencia.
Cannabis vs. Psicodélicos: Un estudio de contrastes
Un estudio histórico dirigido por investigadores de la UCLA comparó los efectos del THC y el LSD. Los participantes recibieron una cápsula de THC, una microdosis de LSD o una sustancia de control no psicodélica. La actividad cerebral se midió mediante sensores EEG para identificar cambios en la complejidad neuronal.
Aunque el THC producía fuertes efectos subjetivos -comúnmente descritos como «colocón»-no aumentaba significativamente la complejidad neuronal, a diferencia del LSD. Esta distinción clave sugiere que el cannabis actúa en el cerebro de forma fundamentalmente distinta a los psicodélicos clásicos, aunque ambas sustancias alteren el estado de ánimo, la percepción y la conciencia.
La química única del cannabis
El THC interactúa principalmente con el sistema endocannabinoide del cerebro, que regula la comunicación neuronal enviando señales hacia atrás a través de las sinapsis. Este mecanismo difiere de la actividad basada en la serotonina de los psicodélicos. Los efectos del THC, aunque alteran la percepción, suelen ser menos profundos en su capacidad para alterar o reorganizar la conciencia. Además, factores como la variación genética en el metabolismo del THC pueden influir en la intensidad de sus efectos, haciendo que su impacto sea altamente individualizado.
Una perspectiva histórica
La cuestión del cannabis como psicodélico no es nueva. En las memorias de 1857 The Hasheesh Eater, el escritor estadounidense Fitz Hugh Ludlow describió experiencias inducidas por el hachís que difuminaban los límites de la realidad y la imaginación. Aunque el cannabis evocaba una profunda introspección y distorsiones sensoriales, sus efectos no coincidían con las características de disolución del ego y alteración de la realidad de psicodélicos clásicos como el LSD.
Implicaciones para la clasificación
El potencial terapéutico de los psicodélicos ha despertado un renovado interés por sus aplicaciones psiquiátricas, en particular para la depresión, el TEPT y la ansiedad. Estas sustancias son valoradas por su capacidad para alterar drásticamente la conciencia, permitiendo a menudo grandes avances en la terapia. El cannabis, aunque prometedor por sus propios beneficios médicos, parece ocupar una categoría distinta.
Aunque el THC puede producir percepciones alteradas, su falta de cambios significativos en la complejidad neuronal lo separa de los psicodélicos clásicos. Esta distinción ha alimentado debates sobre si el cannabis debería clasificarse como psicodélico o simplemente como una sustancia psicoactiva con efectos únicos.
El veredicto
Según las investigaciones actuales, el cannabis no se considera tradicionalmente un psicodélico. Aunque puede alterar la percepción y el estado de ánimo, sus efectos sobre la actividad cerebral y la conciencia son mucho menos profundos que los de psicodélicos clásicos como el LSD y la psilocibina. La distinta interacción del cannabis con la química cerebral y sus efectos perceptivos más moderados lo sitúan en una categoría propia, separada de las potentes experiencias que alteran la mente asociadas a los verdaderos psicodélicos.